Llevo puesto tu collar. Tu collar que me
regalaste, que no tiene sabor a cadena ni a mentiras, que es sincero sin ser
ostentoso. Collar que tiene aroma a tu esencia, con clase pero sencillo en el
fondo.
Llevo puesto tu collar, un collar que
muestra la unión de dos mundos, que en
algún momento puede llegar a probar que con quererse basta, que con un sin fin
de caricias entre sabanas podemos ser espectadores de la mayor cantidad de amor
y sonrisas tímidas que esconden una explosión de felicidad.
Llevo puesto tu collar, que me hizo de
balsa en el mar de incertidumbres en el que me encuentro, que me hace de abrazo
cuando cariño me falta. Un collar que pesa, pero pensar en sacármelo me aprieta
el alma, porque con el solo pensar en llevarlo conmigo siempre me hace verme
como una niña enamorada: idiotizada por el simple hecho de imaginar.
De pronto me falta el aire de creer que
sentirme feliz y amada es posible, me ahogo con el simple hecho de sentir y
saber que algún día terminará, terminará de pronto y sin motivo, como aquellos
otros que me miraron a los ojos profundamente y sin escrúpulos ni consciencia
hirieron un pedacito de mi.
Pero no esta en mi nuevo yo volver a las
malas actitudes y viejos dolores, sino recordarlos y dejarlos ir… Para así
finalmente, llevar aquel collar con orgullo y seguridad.